En este blog creado en 2015 reunimos material de estudio referido a alfabetización de sordos, textos para nuestras prácticas de lectura y escritura (cuentos, poesías, artículos periodísticos), trabajos de alumnos del profesorado, imágenes relacionadas, etc.

jueves, 30 de julio de 2015

FONEMAS y algunos datos

Se dice que para aprender a leer y escribir es necesario haber desarrollado la conciencia fonológica, esto es, reconocer que las palabras son combinaciones de fonemas. Es verdad que hablamos de corrido,  pero en algún momento aprendimos a distinguir unidades mínimas: los fonemas.
Pero: ¿qué son los fonemas?
Para entenderlo haremos un poco de historia:
Un sabio chileno, el biólogo Humberto Maturana, define al ser humano como un ser de lenguaje, lo que en otras palabras significa que posee la capacidad de simbolizar y comunicar, y además de reflexionar sobre esa capacidad.
Es por eso que ambos: seres humanos y lenguajes existimos juntos desde hace cerca de dos millones de años (más precisamente, 1.900.000 años).
Pero, estudiando cómo eran nuestros antepasados, se sabe que la lengua oral tiene tan solo una antigüedad de 300.000 años.
Saquen la cuenta y háganse la pregunta: ¿cómo sería el lenguaje en ese 'pequeño' intermedio? Tal vez ustedes puedan imaginar alguna respuesta.
Pero sigamos andando. Después de la lengua oral vino la escritura. Los primeros vestigios consistieron en criptogramas (cliquear), algunos de los cuales representaban siluetas de manos en negativo. Los ejemplos más antiguos conservados de esta especie de escritura basada en el gesto se remontan a 32.000 años.
La escritura propiamente dicha en cambio tiene una antigüedad aproximada de 4.000 años. Y a partir de su existencia se consideró superior la lengua escrita y por lo tanto también a los escribas y sacerdotes, los que eran capaces de leer las letras sagradas (y de escribirlas).
Hace menos de 300 años que apareció el primer diccionario de español, para el que se tuvo en cuenta el vocabulario de literatos y escritores y no el del pueblo, que mayormente era analfabeto. Se consideraba que La Lengua verdadera, correcta, era la lengua escrita, la de los 'cultos'.
Pero a fines del siglo XIX y principios del XX, Saussure, en Francia, revoluciona la cultura al afirmar que la lengua es oral. Al mismo tiempo echa las bases de la ciencia lingüística que, en consecuencia, desestima la escritura y la literatura.
Es al estudiar la lengua oral cuando se descubre y define el fonema como una unidad mínima, sonora, sin significado en sí misma pero que funciona para diferenciar significados: digan "lata - pata" o "sol - sal" y verán que el cambio de un mínimo elemento -que en sí mismo no tiene significado- marca un contraste de significado, es decir, cumple una función contrastiva.
Al aprender a reconocer fonemas vamos formando nuestra ‘conciencia fonológica’, que es lo que nos permite distinguir unidades discretas en el continuo sonoro, o sea ya no lo sentimos como un continuo sino como una secuencia de fonemas. 
Los fonemas se combinan para formar unidades mínimas con significado, llamados morfemas:
                                            c-a-s-a-, t-i-j-o-l-o 
Agreguemos que la unidad 'fonema' corresponde tradicionalmente al nivel fonológico (también llamado polo fonológico), mientras el morfema corresponde al nivel morfológico.
Las palabras pueden consistir en uno o más morfemas, al verlas escritas las distinguimos como unidades discretas (pues van separadas por espacios), mayores al fonema y que además, a diferencia de éste, tiene significado.
Saussure prefiere no usar el término 'palabra' -ya que su significado es algo ambiguo e impreciso- y lo sustituye por la expresión signo lingüístico, (que en algún lugar, para un mejor entendimiento, asimila a 'palabra'), y luego define a la lengua como sistema de signos lingüísticos. A su vez a éstos los define como la unión de concepto e imagen acústica, luego llamados significado y significante
En otras palabras y sin pretender agotar el tema, podemos decir que ese tipo específico de lenguaje que llamamos lengua articula nuestro conocimiento del mundo (significado) con un soporte físico que lo hace perceptible y comunicable (significante).
Pero Saussure hace dos aclaraciones muy importantes para nosotros: la primera, que el significante no es de naturaleza física sino mental. Veámoslo en un ejemplo: habitualmente cuando nuestro oído recibe la siguiente secuencia de sonidos
tabién
nuestro cerebro 'oye'
está bien
Hay muchos otros ejemplos como éste que dan cuenta del significante como la representación mental de una combinación de fonemas.
Y la segunda aclaración, más importante que la anterior,  es que Saussure mismo dijo en sus clases de c. 1900 que el significante no siempre consiste en sonido sino que puede ser de otro tipo (es decir, visual, táctil, etc.). Si se hubiera atendido a este concepto, ya para entonces se hubieran reconocido como lenguas a las LLSS (mérito de Stokoe en EUA, recién en 1960).
De modo que el concepto de fonema, que por su raíz fono está vinculado a 'sonido', adquiere así un sentido abstracto, como "unidad mínima distintiva" o "conjunto de rasgos distintivos", ya no necesariamente sonoros. De ahí que pueda aplicarse al conjunto de rasgos distintivos visoespaciales que componen la seña.
Dice sobre esto M. I. Rey (2013, 69-70): 
El descubrimiento de las lenguas de señas por parte de los lingüistas en la década de 1960 redefinió ciertos conceptos lingüísticos restringidos a las lenguas orales […] Los rasgos fonológicos de la LSA corresponden a las distintas variaciones de segmentos de movimiento y/o detención, configuración manual, ubicación, orientación, dirección y rasgos no-manuales. Estos elementos carecen de significado en su forma aislada, cuando se articulan se construye la estructura fonológica y morfológica propia de las señas, de modo que la permuta de uno de ellos ocasiona modificaciones en el plano del significado (Rey 2013, 69-70). 
Podemos entender los 'segmentos' de que se habla allí  como las unidades mínimas discretas correspondientes al nivel o polo fonológico de las LLSS. Podemos decir que funcionan como fonemas.

Continuemos esta historia. Las Ciencias del Lenguaje, pasado el tiempo de penitencia a que la había condenado la Lingüística, recuperan más tarde a la escritura, sin abandonar la oralidad. Ahora bien: en la escritura de lenguas orales como la nuestra, el español, podemos observar que la lista de fonemas (de naturaleza auditiva) guarda relación con la lista de grafemas (visuales).
A diferencia de la nuestra, las LLSS hasta hoy no tienen escritura, de modo que para los Sordos aprender a leer y escribir significa aprender al mismo tiempo 'la lengua de los oyentes' (en nuestro caso, el español rioplatense). Pues bien, en el texto de Rey leemos que los sordos que usan la LSA aprenden mejor y más rápidamente a leer y escribir la lengua de los oyentes, y esto es así seguramente porque la práctica comunicativa en su lengua natural o primera, la LSA, les ha permitido el desarrollo de esa conciencia fonológica necesaria a la lectoescritura. En otras palabras, saben que el secreto de recibir y emitir mensajes está en combinar fonemas (representados por los grafemas, llamados comunmente letras). El estar rodeados de textos escritos (textos ‘de veras’), el entorno de lectura, la interacción con distintos tipos de textos, la necesidad y el deseo de comunicarse, todo eso y mucho más son factores que llevan al proceso de aprender a leer y escribir.

Ahora saben por qué elegimos para título del blog la frase del poeta brasileño: los fonemas de alegría son así sentidos por los que logran apropiarse (empoderarse) de los grafemas de la lectura y la escritura.

Texto citado: Rey M. I. (2013): La Comunidad Sorda Argentina. Una mirada antropológica. La Plata, Edic. Al Margen.

3 comentarios:

Carolina Caamaño dijo...

Muy interesante y claro.

Gladys dijo...

Si emitimos el sonido [f] para apagar una vela producimos un sonido bilabial, sordo (porque no intervienen las cuerdas vocales), fricativo, pero con todo eso no es un fonema.
Sí lo es cuando cumple una función distintiva como en /fuego/ que se diferencia de /ruego/, /luego/, etc., donde forma parte de un significante, que asociado a un significado constituye un signo lingüístico (equivalente a morfema, palabra).
Un mecanismo similar propone Massone para la lengua de señas, donde la combinación de rasgos conforman un fonema (sin significado) que articulado con otros y asociado a un significado constituirá un signo lingüístico.
Luego, la asociación fonema/grafema será la base de la escritura alfabética. Por ello, y como está demostrado en el caso del sordo, la práctica de la LS le facilitará al sordo el aprendizaje de la escritura alfabética.

Gladys dijo...

ACLARACIÓN:
Para que los sonidos o fonos de una lengua sean fonemas tienen que tener una función distintiva, contrastiva. Ya dijimos que si decimos fff al soplar un fósforo eso no es un fonema. Pero además, en la práctica de la oralidad, aparecen rasgos o sonidos que no diferencian significado, es decir, no tienen función distintiva y, por lo tanto, no son fonemas.
Ejs.: el fonema /b/ no tiene los mismos rasgos en las palabras: borro - robo.
Otro ej.: tenemos la palabra gato, algunos pronuncian ngato : ahí [n] no es fonema
Otro caso: En las palabras roca, torre la grafía r - rr corresponde a distintos sonidos: r (apicoalveolar) con vibración continua de la lengua (en BA), con fricción en el paladar, parecido a y (de yo) o sh (de flash), y puede tener incluso otros rasgos, pero esas distintas realizaciones sonoras no son fonemas distintos, en todos los casos se trata de un solo fonema. Algo similar pasa con el fonema /s/ y con otros fonemas, con vocales, nasales, etc. Podemos encontrar que los amigos, que se pronuncia siempre como un bloque, se pronuncie: losamigos (con s alveolar), losamigo, loamigo (elisión de s, muy común), lozamigo (con s interdental), lohamigo (con aspiración de s), loshamigo (palatal, con sh de flash), etc., y en todos los casos las diferencias de rasgos no corresponden a fonemas distintos.
Estos fenómenos pueden ser diferentes en las distintas lenguas. Lo que interesa es saber que, si bien no hay una correspondencia ‘uno a uno’ entre letra (grafema) y sonido (fono), se da una mayor correspondencia entre letra (grafema) y fonema.